Tras una racha ciertamente positiva de nuestro equipo, y cuando aparecían dos partidos en casa que ganándolos nos metían de lleno en los objetivos del ejercicio, la derrota de ayer ante el joven y correoso Español nos ha devuelto a la realidad.
Y es que parece que este año estamos condenados a pelear única y exclusivamente por clasificarnos para la Uefa Europa League, amén de hacer un buen papel en las otras dos competiciones en las que estamos inmersos. Y digo esto porque lo pienso y porque a la hora que escribo el objetivo Champions está ya a 11 puntos de distancia con sólo la segunda vuelta por jugarse.
El partido de ayer no fue malo. El Sevilla lo encaró muy bien con entradas por una y otra banda y sobre todo con una ocasión clarísima de Navas que sin duda cambió el signo del partido. Si el palaciego llega a estar acertado otro gallo hubiera cantado ayer posiblemente.
Pero no convertimos ni esa ni las demás y los pericos llegaron en la primera mitad una vez e hicieron un churro de gol que ya nos lastró el resto del partido. Y nos lastró porque el equipo no funcionó ya tan bien en la segunda parte, fruto de los nervios y de la precipitación. Navas sigue sin estar al cien por cien y no encara al no sentirse seguro, y Perotti está en una baja forma incomprensible para los que lo hemos visto en pretemporada salirse.
El resto, bastante discreto en la segunda parte, hasta que Callejón nos volvió a hurgar en la herida con un segundo gol que una vez más demuestra que la defensa hay que trabajarla de manera urgente.
El postrero gol de Negredo no sirvió de nada y los puntos volaron de Nervión entre el desencanto de la afición que salió contrariada aunque no cabreada porque el equipo no había jugado mal sino que había hecho las cosas mal en momentos determinados y eso en Primera División se paga.
No queda otra, amigos sevillistas, hay que sobreponerse y que nadie falte el martes a las diez de la noche en la bombonera de Nervión. A semifinales de la Copa del Rey por la puerta grande.
VAMOS MI SEVILLA.
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